El cumpleaños que seguiré festejando
- Monica Ocampo
- 7 jun
- 2 Min. de lectura
El 7 de junio sería el cumpleaños de mi mamá. 61 años.
Una edad redonda, de esas que huelen a tiente de pelo, a rodillas que crujen cuando se agachan, y a secretos recién descubiertos en la sobremesa. Me la imagino sorprendida —porque siempre fue muy vanidosa, lo justo y necesario— de haberse convertido en una mujer de 61. Como si al final del camino alguien le hubiera hecho trampa con el calendario.
Y sin embargo, aquí estoy yo, recordando el cumpleaños de alguien que ya no está físicamente, como si la memoria tuviera la capacidad de traerla de vuelta aunque sea por un ratito, como una mariposa necia que insiste en posarse justo donde una acaba de barrer.
Dicen que los vivos celebramos los cumpleaños de los muertos no porque nos guste la tristeza, sino porque no sabemos qué hacer con tanto amor acumulado. Es como tener el corazón lleno de globos sin saber a quién regalárselos. Así que les preparamos una fiesta invisible, un pastel simbólico, una copa de vino (que por supuesto me tomo yo, en su honor), y les cantamos en silencio, como si los muertos se conectaran por antena desde el más allá para escuchar nuestras tonterías.
Yo me consuelo pensando que me ahorré el duelo de verla envejecer. No tuve que verla perder la fuerza en las manos, ni tampoco internada en un hospital. No tuve que inventar excusas cuando olvidara cosas. Pero no me salvé de verla morir. Eso no. La muerte me la quitó de golpe y sin anestesia.
Y aun así, todos los años, cuando se acerca esta fecha, siento que algo se acomoda y algo se rompe. Me pregunto cómo habría sido verla ahora, con sus arrugas bien puestas y su carácter intacto. ¿Habría descubierto nuevos placeres, como hablarle a las plantas o tapizar su casa de carpetas? ¿Se habría vuelto más sabia o más necia?
No tengo esas respuestas. Pero tengo esta fecha marcada como una cicatriz en mi calendario.
Y mientras la recuerde, mientras siga celebrando su cumpleaños con lágrimas, risas o ganas de llamarla para contarle una tontería, entonces no se ha ido del todo.
Feliz cumpleaños, mamá. Hoy cumplirías 61. Y aunque no estás físicamente, sigues cumpliendo algo dentro de mí.
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